domingo, 8 de junio de 2008

A propósito de la libertad de expresión

Por Héctor Pech (*)
Hablar de periodismo hoy en día es hablar de cámaras y grabadoras digitales, de computadoras, de páginas web, de internet, de tecnología de punta que son ahora nuestros instrumentos de trabajo cotidiano.
Pero estos adelantos tecnológicos no significan que el periodismo haya dejado de tener una función social o que haya dejado de ser un medio para que la sociedad recoja y exprese sus puntos de vista sobre la realidad que vivimos
En una expresión meramente académica diríamos que “el periodismo es, en esencia, el medio que está destinado a informar a la población, porque ayuda a la gente a estar enterada de lo más sobresaliente que ocurre en el mundo. Por ello, el periodismo tiene como finalidad informar veraz y rápidamente todos los hechos noticiosos; así como analizar, comunicar y valorar con veracidad y públicamente noticias y opiniones. Por tales razones ha logrado ser un elemento fundamental para la vida social y personal del ser humano”.
Por eso, en el Día de la Libertad de Expresión no solo debemos celebrar, sino también debemos recordar a aquellos ilustres mexicanos que practicaron el periodismo como una actividad al servicio de la sociedad: Francisco Zarco, Ricardo Flores Magón o Manuel Buendía, solo por mencionar a algunos de los más reconocidos.
Pero también existen otros nombres que quizá no nos digan nada y que son más actuales, contemporáneos, como Rafael Ortiz Martínez, de Coahuila, o Gamaliel López Candanosa, Gerardo Paredes Pérez, Rodolfo Rincón Taracena, José Antonio García Apac, Alfredo Jiménez Mota o Jesús Mejía Lechuga, de distintos puntos de la República Mexicana, quienes por practicar un periodismo verdadero al servicio de la sociedad hoy se encuentran desparecidos.
Y menciono estos nombres porque lamentablemente nuestro País, como ya lo sabemos, es junto con Irak, un País sumamente peligroso para quienes estamos en esta actividad y más para aquellos que han contraído el compromiso de llevar a la práctica el verdadero periodismo.
Quizá nosotros no estemos en estas circunstancias, pero es hora de tener conciencia sobre lo valioso de ser periodistas, de aquilatar el verdadero papel del periodista, de tener claridad sobre el compromiso que hoy tenemos.
La función del periodista es informar a la sociedad sobre asuntos que le sean de interés, apegándose a la realidad; para ello ha de corroborar los datos obtenidos para estar seguro de la veracidad de lo que difunde. Se debe dar a conocer la mayor cantidad de información sobre un suceso, así como mostrar todas las partes que lo componen a fin de evitar que sólo se difunda una cara del hecho.
De acuerdo con Francisco Vázquez el periodista debe tener una preparación especializada para transmitir la información de una forma objetiva y veraz. De ahí que la verdad deba estar respaldada por una ética periodística; además se debe establecer una retroalimentación de los periodistas con la sociedad, pues existe la necesidad de dar respuesta a las exigencias del público.
Entonces y en base a este concepto, quienes formamos parte de esta agrupación tenemos la obligación y el deber de estar debidamente preparados, capacitados para cumplir con el papel que hoy nos toca jugar en esta cambiante y convulsa sociedad.
A muchos, la actividad periodística les sirve solamente para lucrar, por que muchos de los propietarios de los medios de comunicación solo ven en su actividad un mero negocio para lucrar económica y políticamente.
Pero hay mucho más que esto.
La evolución del periodismo, técnica y académicamente hablando, obliga a nuevas prácticas, prácticas que no deben ser lejanas a la naturaleza humana del periodista o comunicador y que forzosamente nos llevan a lo que se conoce como ética profesional.
De esta manera el problema de la ética periodística no reside en los valores morales que el periodista tiene de manera individual, sino que reside en que los individuos o grupos de poder que tienen a su cargo los medios de comunicación, son quienes delimitan y condicionan las formas de conducta de los comunicadores.
Y en este sentido nuestra agrupación se ve obligada a incorporar junto con sus estatutos y reglamentos, un código de ética que nos servirá no como a estudiantes de cualquier nivel educativo, sino como a seres humanos y pensantes que somos, adoptar modelos de conducta profesional que estén lejos de practicas viciadas, adoptar actitudes que nos proyecten ante la sociedad como profesionales en los que se pueda confiar.
Todo esto parecerá utópico pero no podemos más que comprometernos a ser, si no el primero, sí uno de los primeros grupos de periodistas en Coahuila que busquemos no solo nuestro bienestar, sino dignificar la profesión y ser verdaderamente útiles a la sociedad.
Conocemos muchos hechos históricos protagonizados por personajes que en su momento fueron rechazados, satanizados y hasta inmolados por el solo hecho de querer cambiar las cosas que en sus respectivas épocas o tiempos eran necesario cambiar.
Quienes encabezamos esta agrupación pensamos igual que esos personajes, y sabemos que seremos (o más bien ya somos) objeto de mofa, burlas y hasta descalificaciones por quienes no quieren cambiar, por quienes piensan en la comodidad de la dadiva o de la prepotencia y el influyentismo que puede permitir en algún momento el periodismo mal practicado.
Hoy en el Día de La Libertad de Expresión no solamente debemos celebrar nuestra actividad, sino que también debemos recordar, aunque sea brevemente, a quienes nos antecedieron por el buen camino del periodismo verdadero y útil. Hoy también debemos reiterar nuestros propósitos de mejorar y seguir sirviendo a esta sociedad que nos demanda, nos exige, ser cada vez mejores.
(*) Secretario de Actas de PUCAC

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